los oligoelementos
debido a que es difícil detectar niveles bajos de algunos elementos esenciales, los oligoelementos fueron relativamente lentos para ser reconocidos como esenciales. El hierro fue el primero. En el siglo XVII, se demostró que la anemia era causada por una deficiencia de hierro y, a menudo, se curaba complementando la dieta con extractos de uñas oxidadas. No fue hasta el siglo 19, sin embargo, que se encontraron trazas de yodo para eliminar el bocio (una glándula tiroides agrandada)., Esta es la razón por la que la sal común de mesa se «yodiza»: se agrega una pequeña cantidad de yodo. Se demostró que el cobre era esencial para los humanos en 1928, y el manganeso, el zinc y el cobalto poco después. El molibdeno no era conocido por ser un elemento esencial hasta 1953, y la necesidad de cromo, selenio, vanadio, flúor y silicio se demostró solo en los últimos 50 años. Parece probable que en el futuro otros elementos, incluido posiblemente el estaño, resulten esenciales a niveles muy bajos.,
muchos compuestos de oligoelementos, como el arsénico, el selenio y el cromo, son tóxicos e incluso pueden causar cáncer, sin embargo, estos elementos se identifican como elementos esenciales en la figura \(\PageIndex{1}\). De hecho, hay alguna evidencia de que una bacteria ha reemplazado el fósforo con arsénico, aunque el hallazgo es controvertido. Esto ha abierto la posibilidad de una «biosfera sombra» en la Tierra en la que la vida evolucionó de un ancestro común aún no detectado. ¿Cómo pueden ser esenciales los elementos tóxicos para la vida?, En primer lugar, la toxicidad de un elemento a menudo depende de su forma química—por ejemplo, solo ciertos compuestos de cromo son tóxicos, mientras que otros se utilizan en suplementos minerales. En segundo lugar, como se muestra en la figura \(\PageIndex{2}\), cada elemento tiene tres niveles posibles de ingesta dietética: deficiente, óptimo y tóxico en orden de aumentar la concentración en la dieta. Los niveles de ingesta muy bajos conducen a síntomas de deficiencia. En algún rango de niveles de ingesta más altos, un organismo es capaz de mantener sus concentraciones tisulares del elemento a un nivel que optimiza las funciones biológicas., Por último, a un nivel de ingesta superior, los mecanismos reguladores normales están sobrecargados, lo que provoca la aparición de síntomas tóxicos. Cada elemento tiene su propia curva característica. Tanto el ancho de la meseta como la concentración específica correspondiente al centro de la región de la meseta difieren tanto como varios órdenes de magnitud para diferentes elementos. En el ser humano adulto, por ejemplo, la ingesta diaria recomendada es de 10-18 mg de hierro, 2-3 mg de cobre y menos de 0,1 mg de cromo y selenio.,